En este Día Internacional de la Mujer Rural, la Coalición Internacional del Hábitat, liderada por su grupo de trabajo interregional sobre Enfoques Feministas, hace un llamamiento para alzar las voces de las mujeres rurales y construir alianzas para reconocer, proteger y hacer realidad su derecho humano a la tierra.
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Como está ampliamente documentado y denunciado por feministas de todo el mundo, las disparidades y la discriminación directa e indirecta suponen una barrera concreta para el disfrute de los derechos de las mujeres:
- Por cada dólar que ganan los hombres, las mujeres ganan 77 céntimos (ONU, 2022);
- Las mujeres realizan al menos 2,5 veces más trabajo no remunerado que los hombres (ONU, 2022);
- Las mujeres son víctimas de la violencia en el hogar y en contextos de conflicto;
- Las catástrofes medioambientales, el cambio climático y los conflictos las afectan de manera desproporcionada;
- Alrededor del 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres (ONU Medio Ambiente, 2022).
Esta realidad varía enormemente según las regiones, la raza, los ingresos y entre las zonas rurales y urbanas, entre otras.
Al analizar el disfrute por parte de las mujeres de los derechos humanos relacionados con el hábitat, un aspecto que reviste una importancia central es su acceso, gestión y control de la tierra. A nivel mundial, menos del 15 % de los propietarios de tierras del mundo son mujeres (FAO, 2018). Esto varía mucho regionalmente: 5% en Oriente Medio y África del Norte a 18% en América Latina y el Caribe (FAO, 2018). En grandes porciones del mundo, a las mujeres se les niega sistemáticamente el derecho a la tierra a través de barreras económicas, legislativas, sociales y culturales. Esto afecta directamente a la seguridad de los ingresos, el poder de decisión y la autonomía de las mujeres.
Este panorama es especialmente preocupante para las mujeres que viven en zonas rurales, en las que la tierra representa no sólo un lugar donde vivir, sino también una importante fuente de subsistencia. Menos del 15 % de los propietarios de tierras agrícolas en todo el mundo son mujeres y el 85 % son hombres (FAO, 2018), por lo que las mujeres rurales se enfrentan a importantes obstáculos para acceder a la tierra y a los incentivos necesarios para desarrollar la actividad agrícola. Además, es vital reconocer cómo las mujeres también desempeñan un papel clave en la organización y el cuidado de la comunidad. Cuando las mujeres son desposeídas y discriminadas en el disfrute del derecho humano a la tierra, toda la comunidad se ve afectada. Estas cuestiones se ven agravadas por la gran brecha de género que sigue existiendo en el acceso de las mujeres a la toma de decisiones y al liderazgo.
Como demuestra la campaña en curso de HIC por el Octubre Urbano, el reconocimiento, la protección y el cumplimiento del Derecho Humano a la tierra es fundamental para el disfrute de un conjunto diverso de derechos básicos y para reducir las desigualdades en todo el mundo. Se prevé que dar a las mujeres las mismas oportunidades que a los hombres podría aumentar la producción agrícola entre un 2,5% y un 4% en las regiones más pobres y el número de personas malnutridas podría reducirse entre un 12% y un 17%. (FAO, 2011).
En este sentido, y especialmente en lo que respecta a las mujeres, reconocer la tierra como un derecho humano no consiste únicamente en garantizar los derechos de propiedad, sino en proteger la seguridad de la tenencia y la gestión y el control democráticos de la tierra, a través de diversos sistemas de tenencia que van más allá de la propiedad privada individual. Como se destaca en la campaña, las comunidades de todo el mundo ya están organizadas de diversas maneras para proteger y cumplir su derecho a la tierra. Siguiendo este ejemplo, este Día Internacional de la Mujer Rural HIC quiere arrojar luz y compartir historias de mujeres rurales de todo el mundo que actúan para proteger su derecho humano a la tierra.
En Argentina, el Tercer Malón de la Paz, integrado por más de 400 comunidades indígenas, partió el 25 de julio desde La Quiaca (Jujuy) y recorrió distintas provincias hasta llegar a la ciudad de Buenos Aires para reclamar la nulidad de la reforma constitucional del gobernador de la provincia de Jujuy y defender la propiedad comunitaria de sus tierras. La protesta es encabezada principalmente por mujeres de pueblos originarios y campesinas que buscan defender las tierras y los recursos naturales no sólo de sus comunidades, sino también de aquellas que nos pertenecen a todos y que se ven amenazadas por el avance del extractivismo que propone la nueva constitución.
En Yemen, debido a la guerra, los crímenes violentos contra las mujeres han aumentado de forma dramática y peligrosa. Centrarse en ello, ponerlo de relieve, concienciar y defenderlo es muy importante para activar leyes que protejan a las mujeres y preserven sus vidas, así como para prevenir estos delitos y la violencia contra ellas. Incorporar la Resolución 1325 a la Constitución del país contribuirá a proteger a las mujeres, su acceso a la toma de decisiones y su derecho a decidir lo que es mejor para ellas.
En México, en la Comunidad de San Salvador Atenco, mujeres y hombres se organizaron en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) para defender la tierra, el agua, sus medios de subsistencia y sus modos de vida frente al proyecto de aeropuerto internacional de la ciudad de México que en 2001 amenazó con expropiar sus tierras, poner en riesgo sus vidas y destruir el medio ambiente. Su lucha perdura todavía hasta hoy. En la historia de esta lucha, la comunidad se dio cuenta de que la implicación de las mujeres era fundamental para su victoria. De igual modo, la participación de las mujeres en este movimiento de defensa de la tierra contribuyó a transformar su papel y sus roles sociales, familiares y reproductivos en la comunidad. Las mujeres de Atenco han dejado claro que la lucha por la Tierra es una lucha por la vida, no solo de las comunidades afectadas por la expropiación y la privatización, sino de la vida de la humanidad y del planeta. Doña Trini, una de las protagonistas de este movimiento, nos recuerda que “la lucha por la tierra es una lucha por la existencia”, si la tierra es destruida, privatizada, contaminada, los seres humanos estamos condenados a morir; así como todas las otras especies que son parte de este “cuerpo-territorio”, de este planeta que se compone de diversos elementos, como los ríos, los bosques, los mares. Por eso para Doña Trini “todos estamos obligados a defender la vida”, porque si luchamos juntos, siempre vamos a encontrar un camino, una alternativa para existir. Es por ello que la protección del derecho la tierra es fundamental.
En Zimbabue se están realizando esfuerzos progresivos, pero no consolidados, tras la reforma agraria. El programa de reforma agraria, que comenzó en 2000, transfirió el 70% de las tierras más fértiles del país de 4.500 agricultores comerciales blancos que las habían poseído durante los últimos 100 años a más de un millón de hogares de pequeños, medianos y grandes agricultores. El mayor reto actual es el vacío político que ha dejado a los beneficiarios, sobre todo a las mujeres, sin seguridad de tenencia y sin acceso a los bancos. Esto se ha traducido en una escasa inversión en la tierra y en continuos desplazamientos y desalojos forzosos. La producción de las explotaciones se está viendo afectada negativamente por la falta de una política agraria que garantice documentos de tenencia financiables y apoyo financiero a los beneficiarios del programa de reforma agraria.
Siguiendo estos ejemplos, pedimos acciones concretas para reconocer, proteger y cumplir el derecho humano de las mujeres rurales a la tierra. También nos basamos en el reconocimiento internacional en este terreno, incluyendo:
- Observación General 26 sobre el derecho a la tierra, Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
- Recomendación General nº 34 sobre los derechos de las mujeres rurales, ONU. Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW)
- Recomendación general nº 37, Dimensiones de género de la reducción del riesgo de desastres en un clima cambiante, CEDAW
A partir de ahí, destacamos cuatro puntos principales para avanzar en la garantía del acceso, la gestión y el control democrático de las mujeres rurales sobre la tierra:
- Garantizar mecanismos para proteger la seguridad de la tenencia de la tierra de las mujeres, especialmente en contextos de violencia y conflicto;
- El reconocimiento legal y la promoción de diversos acuerdos de tenencia, en particular la propiedad colectiva, el apoyo a las alianzas comunitarias y la organización liderada por mujeres;
- Política y legislación de la tierra sensibles al género, incluyendo también iniciativas de concienciación y capacitación;
- Democratización de la representación y la toma de decisiones.
Únete a nosotras para alzar nuestras voces en favor del reconocimiento, la protección y el cumplimiento del derecho a la tierra de las mujeres rurales. Estamos deseando que nos cuenten otras historias inspiradoras de mujeres rurales de todo el mundo. Puedes compartirlas aquí y las visibilizaremos y difundiremos a través de nuestra red.